Los procesos de tratamiento a los que el agua es sometida para lograr que pueda ser consumida involucran diferentes sustancias que, en diferentes proporciones, pueden afectar los sistemas utilizados para transportar el líquido, entre ellos la corrosión y la degradación por cloración. La tubería de agua potable no es una excepción
Cerca de 0.4% del agua en el planeta es potable sin aplicarle algún tratamiento, algo que convierte la lista de procesos existentes para purificarla en un tema importante.
Los materiales de las tuberías pueden tener efectos en el agua durante su transporte hasta las redes de distribución para consumo, e incluso en estas: el cobre puede afectar el sabor del agua y dar lugar a manchas en la ropa cuando el agua se utiliza para lavar, al igual que otros metales, que también son propensos a generar incrustaciones que afectan la calidad del líquido.
Los termoplásticos también son propensos a tener este último efecto, pues los cordones generados durante la instalación (especialmente cuando se trabaja con termofusoras) dan lugar a espacios donde pueden concentrase diferentes bacterias que terminan provocando la aparición de biopelículas cuando el flujo de agua no es lo suficientemente rápido.
En las tuberías metálicas, el principal problema que ocasionan los tratamientos para purificación y potabilización del agua son la corrosión y la degradación del material por efecto del cloro añadido al líquido. El cloro, como compuesto, también es causante de la degradación de otros materiales para tuberías, entre ellos el polipropileno (PPR), el polietileno y el PVC, cuando nos referimos a compuestos de naturaleza plástica.
La potabilización varía dependiendo de si el agua es de origen superficial, proveniente de ríos o lagos, o es de regiones con escasez de recursos hídricos; en el segundo caso es posible que sea necesario recurrir a ósmosis inversa o destilación como parte de una lista de fases que incluye:
El uso de tuberías de materiales probados, como FlowGuard® CPVC, evita las incrustaciones y formación de biopelículas gracias a las propiedades que el compuesto ha demostrado durante años. También ha sido probada su capacidad para mantener la calidad del
agua potable y para resistir los efectos de la corrosión y la cloración.
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